VIAJE POR
los fueros Pireánicos
Históricamente, los antiguos fueros de Cataluña, Aragón, Navarra y La Rioja, pero también Asturias y Galicia, fueron –bastante antes que Castilla y Andalucía– la cuna de la tauromaquia desarrollada en la Península a partir de los juegos taurinos heredados de la Antigüedad.
Actualmente, éstos antiguos fueros son el teatro de los ataques más duros contra la Tauromaquia, no por carecer de afición, sino por motivos políticos. De esta manera, después de haber sido el río más taurino durante siglos, el Ebro parece sufrir hoy una maldición que pone en tela de juicio el papel fundamental que jugaron las comarcas de su Ribera, desde Navarra hasta Cataluña, pasando por La Rioja y Aragón, en la historia de la Fiesta.
Para cumplir con su objetivo, los partidos abolicionistas tienen una estrategia cobarde pero muy eficaz, que Carlos Lumbreras compara con la castración de los machos con elástico : «aprieta, aprieta aprieta, no se nota el dolor, y al final, los huevos se caen por su propio peso».
En estas circunstancias, la lucha ejemplar que mantienen, entre otros ganaderos, Andrés Moreno en Cataluña, las familias Ozcoz y Marcuello en Aragón, Carlos Lumbreras en La Rioja, José Ángel Santafé Blasco y Miguel Reta en Navarra, debería servir como un golpe de aliento para todos aquellos que piensan tirar la toalla. Como muestra de la riqueza de los fueros taurinos norteños, ahí está la última Semana Grande de San Sebastián, con todo el papel de Illumbe acabado.
Capar con elástico
Iñigo Errejón lo aseguró de forma clara, igual que en la URSS de Stalin: nada hay mejor que la burocracia para coartar la libertad. Históricamente, los antiguos fueros de Cataluña, Aragón, Navarra y La Rioja, pero también Asturias y Galicia, fueron -bastante antes que Castilla y Andalucía- la cuna de la tauromaquia desarrollada en la Península a partir de los juegos taurinos heredados de la Antigüedad. En Barcelona, dichas prácticas están documentadas desde el siglo VII; y en Zaragoza, se halló el primer contrato formal a través del cual Domingo Luçero se compromete el 11 de junio de 1337 con la Cofradía de San Jorge de Zaragoza a matar un toro el día de San Juan, a cambio de “XII sólidos (monedas) y un par de zapatos nuevos”. A pesar de este pasado incuestionable, estos antiguos fueros son, actualmente, el teatro de los ataques más duros contra la Tauromaquia, no por carecer de afición, sino por motivos políticos. En los opus anteriores, se ha detallado extensamente el penoso negacionismo. consistente en ocultar el papel fundacional de estas regiones en la génesis de la Fiesta moderna al ser, supuestamente, el fruto del imperialismo español y un invento del tan odiado “régimen”. De esta manera, después de haber sido el río más taurino durante siglos, el Ebro parece sufrir hoy una maldición que pone en tela de juicio el papel fundamental que jugaron las comarcas de su Ribera, desde Navarra hasta Cataluña, pasando por La Rioja y Aragón, en la historia de la Fiesta.
Entre todas estas comarcas, el denominador común es la prohibición de las corridas desde que primero cogieron fuerza los nacionalistas, y después los podemitas y aliados. En Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza dice que, si la plaza fuera suya, estaría cerrada. En La Rioja, Podemos promovió sigilosamente una ILP animalista, cuyo objetivo consistía en prohibir toda explotación del animal. En Pamplona, a pesar de la conocida afición del alcalde de Bildu, sus socios podemitas lo tienen cogido de los huevos, pretendiendo prohibir las corridas, pero conservar los encierros con la complicidad de algunos tratantes del sector taurino que están dispuestos a surtirlos de ganado, lo que demuestra el estado de desunión y desconcierto que existe entre la profesión. Y en Cataluña, después de prohibir la entrada de los menores en las plazas, y después la celebración de festejos, el nacionalismo consiguió anular cualquier actividad comercial a los ganaderos, incluso dentro de sus fincas. De momento, frente a tantos ataques, los representantes del sector oficial responden con una campaña de comunicación muy bien orquestada, alrededor del valor ecologista de la carne de lidia... ¿Es esta la solución, cuando lo que se pretende prohibir es la puesta en escena de la casta del toro y ocultar el valor cultural, histórico y patrimonial de la Tauromaquia? Obviamente, no. Y así nos van las cosas, con una imagen de la Fiesta destrozada a nivel mundial sin que ninguna estrategia se ponga en marcha para intentar difundir el relato fundacional que hemos expuesto aquí.
Esta situación de abandono es visible cuando se visita a los ganaderos de aquellos antiguos fueros, quienes tienen que ingeniárselas para sobrevivir en un mercado marginal que, desde Madrid, ni se contempla. Dos casos deberían llamar la atención por su valor como ejemplo. Cuando la motosierra burocrática se pone en marcha, nada puede detenerla. Que se lo cuenten a Andrés Moreno, quien, en Camprodón, en los altos de Gerona, resiste como un demonio al afán prohibicionista catalán y se las arregla para mantener su rebaño y abrirle nuevos mercados. Quien no conocerá ya solución es el desafortunado Michel Vigne, cuya historia -en la ladera francesa de estos Pirineos que pertenecieron, en tiempo, a Aragón y Navarra- muestra hasta qué punto el poder ciego de la administración puede desembocar en verdadera tragedia. Después de un acoso brutal durante más de quince años, su sueño acabó de forma brutal: en prisión, de donde sacaron al ganadero en el momento de morirse, mientras que su hato acabó en el matadero. Una suerte que los podemitas totalitarios le desean a todos los ganaderos norteños.
Ni a base de varapalos en las consultas que Bildu intentó promover contra la Fiesta, ni tras las últimas elecciones, los podemitas y aliados podrán con la pasión del pueblo sólo porque ellos lo decidan. Errejón, siempre con cara amable, advirtió entonces a sus colegas que al mundo taurino había que ahogarlo poco a poco, suprimiendo subvenciones donde las hubiera y poniendo trabas administrativas. Una estrategia cobarde pero muy eficaz, que Carlos Lumbreras compara con la castración de los machos con elástico: « aprieta, aprieta aprieta, no se nota el dolor, y al final, los huevos se caen por su propio peso ». Éste es el futuro que los nuevos políticos nos prometen, mientras que los fueros taurinos del Norte son el laboratorio de las medidas que pretenden imponer a nivel nacional. Y como por el otro lado el PP, el único partido que dice defender la Fiesta, prohíbe por decretazo el Toro de la Vega, mantiene desde hace cuatro años el embargo sobre el fallo del Tribunal Constitucional en el tema catalán, «se olvida» de incluir por decreto la Tauromaquia dentro de la ley de Patrimonio Cultural Inmaterial y redacta un pliego demagógico, pesetero, carente de visión de futuro, nocivo para Las Ventas y la Fiesta, al no entender que desde Madrid se debe impulsar la reconquista de la opinión pública, la impresión que tienen los aficionados, al notar que el elástico aprieta, es que su futuro depende únicamente de su capacidad de resistencia frente a la opresión, la indiferencia y la traición.
La lucha ejemplar que mantienen, entre otros, Andrés Moreno en Cataluña, las familias Ozcoz y Marcuello en Aragón, Carlos Lumbreras en La Rioja, José Ángel Santafé y Miguel Reta en Navarra, así como el trágico destino de Michel Vigne en Francia, debería servir como un golpe de aliento para todos aquellos que piensan tirar la toalla. Como muestra de la riqueza de los fueros taurinos norteños, ahí está la última Semana Grande de San Sebastián, con todo el papel de Illumbe acabado.
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