tierras taurinas


ENCINAS, LA LLAMA VIVA
DE VEGA VILLAR

DNacida a partir de la venta efectuada por Vitorio Villar en 1922 - seis años antes de que su hermano cediera su parte correspondiente a Arturo Sánchez Cobaleda -, la rama creada por Pepe Encinas se encuentra hoy casi tan marginalizada como aquélla.

Pero a diferencia de la vacada de Sánchez Cobaleda, que a pesar de la lucha heroíca de Barcial continúa en la lista negra, para los Encinas se adivina un futuro menos oscuro.

Sea en su estado puro en manos de Paco Galache, o mezclada con su sangre hermana de Barcial gracias a Victorino, la evolucion que se percibe en ambas ganaderías hace presagiar el final de esta marginalización penosa impuesta, desde hace años, a todo el encaste.

Todavía en vías de extinción a causa de su reducida población -menos de tres cientas vacas en total -, el encaste de Encinas lucha por su supervivencia. Y aunque no está de moda, atraviesa, quizás, uno de los mejores momentos de su historia.

EL EJEMPLO DE LA VACA CACHENA

De todos los encastes en vías de extinción que sobreviven en la actualidad, el que tomó el nombre de José Encinas -después de que consiguiera a través de Vitorio Villar la parte de los patas blancas que éste previamente compró a José Vega con su hermano Francisco-, apunta a que será el que mejor garantice su porvenir, a tenor del nivel de casta que atesora hoy.  La llama sigue viva en los Encinas, tanto en casa de Paco Galache, como en la de Victorino. Otro asunto distinto es que, aquellos que tienen el poder de materializar su porvenir, estén dispuestos a apostar por ellos. En el plano comercial lo tienen muy difícil a causa de la reducción de festejos y el casi total monopolio del monoencaste. Sin embargo, el hueco que los Encinas reclaman para sobrevivir y, quizás, para escalar algunos peldaños, tampoco es desproporcionado: bastaría con ofrecer a cada una de las ganaderías que crían esta sangre la posibilidad de lidiar a pie un par de festejos mayores al año…; así su porvenir estaría consolidado. Pero pedir esto resulta demasiado. Más grave todavía es el tema sanitario, sobre todo para las ganaderías ubicadas en Castilla y León, donde la Junta está acabando con las ilusiones de muchos ganaderos, damnificados por exigencias desorbitadas que no se aplican con semejante rigor en ninguna otra comunidad. ¿Están más infectadas las vacadas de esta zona de Salamanca que las de Sevilla, Badajoz o Cádiz? Debemos pensarlo, si pretendemos seguir confiando en la pertinencia de la administración autonómica encargada de velar sobre ellas, y cuyo principal logro hasta la fecha ha sido lograr que Salamanca retroceda al tercer puesto en el escalafón de las provincias productoras de bovinos, cuando, durante décadas, ha ocupado el primero. Le han adelantado Cáceres y Badajoz, provincias donde, curiosamente, no se aplica el funesto Gamma Interferón. Será que en Castilla y León, las leyes europeas se aplican de forma distinta y, además, no se contempla la necesidad de proteger la biodiversidad…

Sin embargo, según unos informes recientes de la Agencia de la Alimentación de Naciones Unidas, conservar la biodiversidad de animales útiles resulta clave para el futuro. Esto explica los esfuerzos realizados en España para salvar diversas especies salvajes como el lince o el oso pardo, pero también de especies domésticas, como la raza asnal majorera, la gallina ibicenca, la jaca navarra, la cabra payoya, la oveja xisqueta o el cerdo gochu asturcelta, para las cuales la Federación de Razas Autóctonas Españolas desarrolla programas de preservación. El caso que más llama la atención es el que le ha permitido a la vaca Cachena, oriunda de Portugal y del sur de Galicia, evitar una desaparición segura, cuando, en 1961, sólo quedaban nueve ejemplares en España. De haberlos sometidos a la represión sanitaria habitual en Castilla y León, la especie se habría extinguido. En Galicia, sin embargo, supieron ver un patrimonio único digno de ser protegido, y hoy en día existen 2.500 ejemplares alrededor de Olelas y Orense, todos inscritos en el libro genealógico abierto en 1990. O sea, el óctuple de cabezas si las comparamos con toda la población de vacas madres de Encinas repatriadas en la Unión de Criadores de Toros Bravos. Lo curioso es que la vaca Cachera, tan rústica como la brava, también se cría de forma extensiva, lo que la expone al mismo peligro de contagios, pues vive en contacto permanente con especies salvajes afectadas por enfermedades endémicas. Si se le practicara el Gamma Interferón, su erradicación estaría asegurada. Pero Galicia no es Castilla y León. Y si me apuran, la Federación de Razas Autóctonas Españolas no es la Unión. De hecho, a pesar de haber ingresado en ella comprando un hierro a los hermanos Peralta, Miguel Reta, el único ganadero de casta Navarra que pretende recuperar esta sangre por todo lo alto con el fin de lidiarla, ha buscado otras vías para asegurar su preservación e inscribirla en el programa europeo de biodiversidad con la ayuda del Gobierno de Navarra, el cual es consciente de que esta raza es una joya autóctona que debe preservar. ¿No merecen el mismo esfuerzo la media docena de encastes charros o andaluces en vía de extinción? Teniendo en cuenta, además, que el futuro rara vez se corresponde con lo que conjeturamos, preservar la biodiversidad parece una apuesta muy rentable. Según el director de la Federación de Razas Autóctonas Españolas, “en los sesenta y los setenta, el cerdo ibérico estuvo en riesgo de extinción. Nadie quería ese animal que producía una carne con tanta grasa. Y ahora la demanda es tan alta que hasta hay fraude y se intenta pasar por ibérico lo que no es”. Ojalá cualquier día, gracias al éxito que le deseamos al encaste Encinas, muchos ganaderos intenten copiarlo, buscando los secretos de su bravura enclasada, la cual en todas las ganaderías se cultiva a través de una crianza ética, verdaderamente extensiva y, por supuesto, sin fundas.


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